Una caja azul

Publicado el 10 de agosto de 2025, 13:57

Hace unos días nos tocó visita al pediatra con el más pequeño de la casa. Ya saben, ese ritual que toda familia numerosa conoce bien: mochila con agua, algo de picar, algún juguetito salvavidas, y el reto diario de entretener al chiquitín sin que decida explorar el consultorio como si fuera Indiana Jones.

Mientras intentábamos mantenernos ocupados en la sala de espera (entre “mamá, me aburro” y “¿ya nos toca?”), algo llamó nuestra atención: una caja de madera azul, repleta de libros infantiles. Y no sé si fue el color, el orden tan cuidado, o el simple hecho de ver cuentos en vez de las típicas revistas viejas, pero se convirtió en el centro de nuestra conversación.

Lo curioso es que, viviendo tan cerca de Madrid, uno pensaría que ya nada te sorprende. Pero no. Lo que más nos impactó no fue la espera —larga, como siempre— sino esa caja azul. Porque tenía un mensaje grabado que nos dejó pensando:

"Esta estantería ha sido realizada por internos del módulo 14 del Centro Penitenciario Soto del Real como colaboración al proyecto 'Lecturas que curan'."

Y ahí estábamos, mi hijo con un libro en la mano y yo intentando no emocionarme. ¿Cuántas veces pasamos por lugares sin fijarnos en los pequeños detalles? ¿Cuántas veces olvidamos que detrás de lo más simple hay personas, historias y gestos que importan?

“Lecturas que curan”… qué nombre tan bonito. Porque sí, los libros curan. Curaron la espera de mi hijo esa mañana. Y curaron un poquito mi fe en la humanidad también. Fue un recordatorio de que todos, desde cualquier lugar y circunstancia, podemos hacer algo que toque la vida de otro. Aunque sea una caja azul con cuentos en una sala de espera.

¿Alguna vez has visto algo así? Yo no. Pero me alegra haberlo visto ahora.

 

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